sábado, 2 de julio de 2011

Alexander Fleming, su ciencia y sus manías



En el seno de una familia campesina que vivía en Ayrshire, Escocia, nace en agosto de 1881 Alexander Fleming. Si bien por la situación económica de sus padres la educación que obtuvo en sus primeros años no fue demasiado elevada, a los veinte años, gracias a una herencia, pudo estudiar medicina.

Su investigación estuvo basada en la búsqueda de sustancias que ataquen a las bacterias sin dañar al hombre. Durante su carrera, realiza estudios en quimioterapia, inmunología y bacteriología. Describió la lisozima, enzima presente en las lágrimas y la saliva que actúa como barrera frente a las infecciones.

Gracias a su manía de conservar apiladas en su mesa de trabajo las placas viejas en las que había experimentado haciendo crecer bacterias; por fumar cerca de ellas con cierto descuido; y por las temperaturas fluctuantes de un fin de semana londinense de 1928, la casualidad hizo que el tratamiento de las enfermedades infecciosas se revolucione.

En su laboratorio de la Facultad de Medicina del Hospital de Santa María, Fleming vio que en las placas había un moho que procedía de una espora que la había contaminado. Se cree que durante el tiempo frío el moho se desarrolló lo suficiente para producir penicilina. Al subir la temperatura, pudieron crecer las bacterias que había inoculado.

Durante años, no pudo producir suficiente penicilina pura como para probar su hipótesis en un animal enfermo, aunque de todos modos el descubrimiento ya se iba comentando en los círculos científicos. Tiempo después, este descubrimiento se recordaría como el cambio drástico que habilitó la era de los antibióticos.

Por otra parte, fue miembro del Chelsea Arts Club, un club privado para artistas fundado en 1891 por sugerencia del pintor James McNeil Whistler. Según la anécdota, fue aceptado después de realizar pinturas que consistían en pintar el lienzo con bacterias pigmentadas que eran invisibles mientras se pintaba pero que, una vez crecidas después de incubar el lienzo, cobraban colores intensos.

Gracias a sus aportes, comparte en 1945 el Premio Nobel de Medicina con Ernst Boris Cain y Howard Walter Florey.

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