lunes, 13 de agosto de 2012

¿Qué le pasó a Macaulay Culkin, "mi pobre angelito"?

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Seguro te pasa lo mismo que a mí, el nombre te suena pero no logras conectarlo con ese rostro. Es que hay un abismo entre esta imagen y la que nosotros supimos conocer del joven actor Macaulay Culkin. Intentaré ayudar tu memoria con palabras como "angelito"... ¿Ya lo tienes no? ¡Sí, es el niño que interpretó a Mi pobre angelito!
La película, que fue tan aclamada en todas partes del mundo, fue la catapulta que disparó a Culkin al éxito y la fama cuando era apenas un niño.
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Un poco más de su vida

Recordemos que este pequeño chico supo ser protagonista de varios escándalos relacionados con las drogas, el alcohol y otro tipo de adicciones a las cuales se hizo adepto luego de lograr la independización legal de sus padres, emancipándose con menos de 18 años bajo la acusación de "manejar de mala manera su fortuna".
Estas fotos, conseguidas en exclusiva por Entertainment Tonight, fueron cedidas por un grupo de chicas quienes iban caminando por las calles de Nueva York y, al reconocerlo, le solicitaron que se prestara para tomar algunas imágenes.
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Culkin, de 31 años, se mostró amable como de costumbre pero más que desaliñado, delgado y con un rostro bastante demacrado. Además de su look desgarbado, poseía una lata de energizante en una de sus manos, un hecho más que extraño si tenemos en cuenta que las imágenes se tomaron a plena luz del día.
Recordemos que recientemente se separó de la bella Mila Kunis tras ocho años de noviazgo. Es una información a tener más que en cuenta, ya que quizás ese es el motivo por el cual luce tan triste.
Desde su entorno, el representante salió a contrarestar las declaraciones de la prensa señalando que se encuentra de buen ánimo y en perfecto estado de salud.
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domingo, 12 de agosto de 2012

Historia de amor de una sorda. Amor sin fronteras.

Publicado por jorgellop 

Susana y Javier

El día de  S. Valentín, leí este artículo en el Mundo.  Es muy humano y nos permite entender a todos aquellos que tienen dificultad auditivas.

“Javier de Torres y Susana Castaño se conocieron como otras muchas parejas. Un encuentro casual en un bar, el chico se acerca a la chica, un par de preguntas para entablar conversación y respuestas que suscitan un interrogante: “¿Eres sorda?” Pues sí. Pero me sorprende que te hayas dado cuenta“, dijo ella. “Es que se te nota“, respondió él. La sinceridad de ambos, lejos de abortar ese primer contacto, dio pie a una larga charla. Javier le pidió el teléfono, la llamó y hasta hoy.

Pero su historia de amor no fue fácil. A los tres días de trasladarse desde su Zamora natal a Madrid para estudiar arquitectura, Susana sufrió un grave accidente que cambió su vida. Una de las grúas que se utilizaban para la construcción de la línea de metro de Ciudad Universitaria se le vino encima y le aplastó. Sufrió la rotura de varios huesos y graves daños internos. Permaneció tres meses en coma y despertó con apenas un 15% de audición.

 Tuvo que aprender a oír con audífono, superar el rechazo de sus compañeros de clase y las dificultades para entender al profesor. “De esa etapa en la Universidad no tengo amigos“, afirma esta trabajadora del servicio de disciplina urbanística del Ayuntamiento de Madrid, cuya apariencia y desenvoltura no delatan su discapacidad auditiva a primera vista.

 Javier es madrileño y tiene 42 años, dos más que Susana. Es economista, ejerce de consultor y durante el primer año de su relación pasó largas temporadas fuera de casa por su trabajo. Se comunicaban por principalmente por chat.

 ”Ahora soy más paciente, he tenido que aprender a escuchar, a mirarla y a ponerme del lado derecho cuando hablo, para que Susana me oiga“. Pese a ello, ambos comentan resignados que a veces no se entienden.

 En casa ven siempre programas subtitulados, a pesar de que aseguran que los textos no se corresponden con la realidad”, y en el cine, películas en versión original. “Además, intento modular la voz, porque antes arrastraba mucho las palabras. Pero no todo son inconvenientes: Puedo poner la música y los partidos de fútbol a todo volumen, porque ella no se entera“, bromea Javier.
 Para Susana tampoco es sencillo. “No oigo el timbre de puerta, ni la radio o la televisión, a no ser que estén a todo volumen. He aprendido a distinguir los sonidos y a leer no sólo los labios, sino también los ojos, que son muy expresivos. A una persona con gafas de sol no la entiendo“, dice.
 Nos dan un consejo para tratar a los sordos: “Cuando traten con sordos, no les chillen. Vocalicen y mírenlos“.