martes, 29 de mayo de 2012

Dos litros de agua al día, la base de la buena salud


Esa es la cantidad recomendada en adultos, la de los niños varía según su actividad física.


Esa es la cantidad recomendada en adultos, la de los niños varía según su actividad física.
“Dos litros de agua es exagerado”, dice en una conversación sobre los beneficios de beber esa cantidad de líquido al día Claudia, de 20 años, quien confiesa beber cerca de un litro dividido en cuatro vasos a distintas horas.

¿Es necesario beber dos litros de agua? ¿La edad influye en la cantidad que se ingiera? ¿Cómo saber si estamos suficientemente hidratados? ¿Cuáles son los beneficios de beber suficiente agua? ¿Existe algún efecto contraproducente para su ingesta?

Martha Montalván, máster en nutrición, indica que la cantidad de agua que se debe beber depende de factores como edad, masa corporal, sexo, enfermedades y dieta, y que, en términos generales, un adulto debe beber dos litros porque es lo que su cuerpo necesita. Para los niños, que crecen y van a la escuela, sus requerimientos deben ser ajustados a la necesidad por ejercicio físico.



La especialista explica que no hidratar el cuerpo hará disminuir las funciones metabólicas del organismo, lo que puede hacer que se produzca una pérdida excesiva de líquido a través de la sudoración abundante; la fiebre (se pierde 6 ml por hora por grado de temperatura por encima de 37°C), la hiperventilación (se pierde 1 ml por cada respiración mayor a 20 respiraciones por minuto), entre otros.

Conservar la amistad como un tesoro encontrado


 

Lo normal es que nos guste tener amigos: el ser humano es social por naturaleza, crece y madura con el trato con otras personas. Y así como la familia nos proporciona fundamentalmente compañía, afecto cotidiano, apoyo incondicional, estabilidad emocional y una dimensión trascendental de la vida (un proyecto compartido, el progreso de nuestros hijos), los amigos aportan preferentemente aire fresco, diversidad, entretenimiento, la posibilidad de desarrollar aficiones y de comunicarnos en un ambiente de cordialidad y desenfado. Y, no pocas veces, la oportunidad de evadirnos de los problemas cotidianos.

Pero no todos los amigos son igual de importantes; hablemos hoy de esos que muestran interés por lo que nos ocurre, de los que siempre están dispuestos a aportarnos consejo, apoyo, cercanía y afecto; en otras palabras, los buenos amigos, los imprescindibles.

La mayor parte de nosotros tiene amigos, o los ha tenido. Pero, con el paso del tiempo, cambiamos de manera de ser, nos casamos y tenemos hijos y eso nos lleva a centrarnos en otras prioridades. Otros obstáculos son la distancia motivada, por ejemplo, por un cambio de residencia. Un posible freno más: compartir amigos con nuestra pareja y con sus amigos.

No se trata de tener muchos amigos, sino los suficientes para satisfacer nuestras necesidades de relación social

Además, conforme pasan los años, algunos tendemos a volvernos más reservados, egoístas, maniáticos o individualistas. Así, nos hacemos exigentes y menos abiertos, tolerantes y comprensivos, con lo que nos cuesta hacer nuevos amigos e incluso mantener los que teníamos.

Con lo fácil que es perder un amigo, qué difícil resulta recuperarlo, pensamos, como si la culpa no fuera nuestra. Pero sepamos que una persona que muestra capacidad para hacer nuevos amigos evidencia una apertura mental y una sociabilidad superiores a quien se ve incapaz para conseguirlo.

Dar y recibir

La amistad es una relación de reciprocidad. No vale que se quiera mantener una amistad con alguien, ambas personas han de desearlo y deben participar de un similar concepto de lo que significa la amistad y de la implicación que conlleva. Para reflexionar y para decidir sobre nuestras dudas, para admitir sin derrumbarnos las frustraciones y el dolor, necesitamos experiencias, conocimientos y seguridades que han provenir también de nuestro exterior y de nuestra familia.

Gracias a los amigos nos vamos conociendo, nos desarrollamos y tenemos la compañía necesaria para recorrer la vida sin miedo excesivo a las caídas, ya que actúan como amortiguador, como un punto de apoyo para seguir adelante. No con todos los amigos mantenemos la misma cercanía emocional. La diferencia estriba en cuánto y cómo compartimos, en el grado de implicación e intimidad en el que interactuamos. Las situaciones difíciles por las que todos pasamos se encargan de distinguir la calidad de nuestras amistades. Porque es muy habitual que amigos de toda la vida mantengan una relación superficial en la que compartir el tiempo de ocio es la única plasmación de la relación.

Por otro lado, la relación que mantenemos con los amigos es diferente a la de pareja, actúan en planos distintos de nuestra vida, complementarios pero difícilmente asimilables. Podemos compartir amigos con nuestra pareja, pero es mejor mantener algunos que sean exclusivamente nuestros.  

Fuente: Tiempo de Esperanza