La gente sabe que la crisis aprieta, que el 2013 puede ser complicado, y que, a falta de dinero, lo bueno es tomarse las cosas con humor. Así ya son muchos los que aconsejan no beber en demasía echando mano del célebre informe en el que se señalaba que los peces en el rio no bebían. Así que el humor se ha apoderado de esta frase en la red.
Adriana Raquel Juez, de 37 años, se enteró de que tenía
cáncer de mama una semana después de saber que sería mamá por cuarta
vez. “No entendía a Dios. Me preguntaba por qué había
permitido que me quedara embarazada sin buscarlo y, además, ahora tenía
cáncer. Sentía que me estaba haciendo una broma de muy mal gusto.
Enfadarme no me enfadé; si al fin y al cabo, él haría lo que quisiera.
Pero no le entendía”.
Ella es una de las mujeres que en los últimos seis años combinaron en su vida dos retos de grandes dimensiones: curarse un cáncer de mama y traer un pequeñajo al mundo, atendidas, acompañadas y apoyadas por un grupo de médicos de varias especialidadess de Vall d'Hebron, Barcelona. “Al final nos partíamos de risa, y el asunto no era para bromas..., pero mira que nos prohíben cosas durante el embarazo..., que si no podemos tomar ibuprofeno, ni un antibiótico, ni de nada, y a nosotras nos habían metido ¡una quimio tremenda!", cuenta hoy Adriana mientras sostiene en brazos a su hija Valentina, de dos meses.
FAMA INESPERADA
Con motivo de la celebración el 19 de octubre del Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mamas, Adriana Juez y otras pacientes del Programa de Cáncer de Mama en Vall d'Hebron fueron entrevistadas por la prensa escrita (en La Vanguardia ) y televisiva ( Telecinco , entre otros). Convertirse en una figura pública ha sido para ella “una experiencia más dentro de este proceso”, si bien “jamás me hubiera imaginado capaz de salir en la tele o de hacer reportajes para el diario; pero bueno, ya dice el dicho: no digas de esta agua no he de beber”, comenta risueña.
A sus hijos mayores –un niño y tres niñas- les hacía gracia ver a la mamá y la hermanita en la tele o el diario. “De todos modos sabían el por qué la mamá salía ahí”, dice Adriana.
Aunque le costaba comprender por qué Dios permitía que viviera esto, se apoyó en su fe en él. “Pensaba en el versículo que dice que todas las cosas nos ayudan a bien, y le decía al Señor: ya me dirás tú, en que me puede ayudar esto para bien”.
“La fe en el Señor me daba paz –añade- paz de saber que Él tenía en sus manos mi vida y la de mi bebé y que en cada cosa que iba viviendo, Él estaba a mi lado. Pasaba el tiempo y me daba cuenta que sólo en él podía encontrar consuelo, y aunque no tenía respuesta a la situación, me aferré a estar cerca de él”.
DILEMA DE UN PADRE CRISTIANO
Para César Barrachina las cosas no fueron fáciles al comienzo. “Cuando el médico me llamó para decirme que Adri tenía cáncer, yo ya sabía que esto era así, mi reacción fue de desesperación. Me planteaba qué iba a hacer yo si las ´cosas salían mal´.Pero mi mayor preocupación era el bienestar de Adri y de la bebé, aunque tuve un gran dilema interno ético/moral/cristiano acerca de si debíamos abortar. Incluso lo consulté con algún hermano para saber cuál era la opción menos equivocada si finalmente debíamos decidir por interrumpir el embarazo”, explica hoy.
“La tranquilidad me vino al escuchar a los médicos de Adriana, el Dr. Córdoba y la Dra. Saura. Ellos nos plantearon que el embarazo podía seguir y que el tratamiento lo empezaríamos tan pronto el bebé tuviera el tamaño preciso. Al escucharles, Dios me mostraba claramente lo que yo necesitaba escuchar, y creo que fue el momento de mi vida en que más gratitud he sentido hacia Dios”, dice César.
Ella es una de las mujeres que en los últimos seis años combinaron en su vida dos retos de grandes dimensiones: curarse un cáncer de mama y traer un pequeñajo al mundo, atendidas, acompañadas y apoyadas por un grupo de médicos de varias especialidadess de Vall d'Hebron, Barcelona. “Al final nos partíamos de risa, y el asunto no era para bromas..., pero mira que nos prohíben cosas durante el embarazo..., que si no podemos tomar ibuprofeno, ni un antibiótico, ni de nada, y a nosotras nos habían metido ¡una quimio tremenda!", cuenta hoy Adriana mientras sostiene en brazos a su hija Valentina, de dos meses.
FAMA INESPERADA
Con motivo de la celebración el 19 de octubre del Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mamas, Adriana Juez y otras pacientes del Programa de Cáncer de Mama en Vall d'Hebron fueron entrevistadas por la prensa escrita (en La Vanguardia ) y televisiva ( Telecinco , entre otros). Convertirse en una figura pública ha sido para ella “una experiencia más dentro de este proceso”, si bien “jamás me hubiera imaginado capaz de salir en la tele o de hacer reportajes para el diario; pero bueno, ya dice el dicho: no digas de esta agua no he de beber”, comenta risueña.
A sus hijos mayores –un niño y tres niñas- les hacía gracia ver a la mamá y la hermanita en la tele o el diario. “De todos modos sabían el por qué la mamá salía ahí”, dice Adriana.
Aunque le costaba comprender por qué Dios permitía que viviera esto, se apoyó en su fe en él. “Pensaba en el versículo que dice que todas las cosas nos ayudan a bien, y le decía al Señor: ya me dirás tú, en que me puede ayudar esto para bien”.
“La fe en el Señor me daba paz –añade- paz de saber que Él tenía en sus manos mi vida y la de mi bebé y que en cada cosa que iba viviendo, Él estaba a mi lado. Pasaba el tiempo y me daba cuenta que sólo en él podía encontrar consuelo, y aunque no tenía respuesta a la situación, me aferré a estar cerca de él”.
DILEMA DE UN PADRE CRISTIANO
Para César Barrachina las cosas no fueron fáciles al comienzo. “Cuando el médico me llamó para decirme que Adri tenía cáncer, yo ya sabía que esto era así, mi reacción fue de desesperación. Me planteaba qué iba a hacer yo si las ´cosas salían mal´.Pero mi mayor preocupación era el bienestar de Adri y de la bebé, aunque tuve un gran dilema interno ético/moral/cristiano acerca de si debíamos abortar. Incluso lo consulté con algún hermano para saber cuál era la opción menos equivocada si finalmente debíamos decidir por interrumpir el embarazo”, explica hoy.
“La tranquilidad me vino al escuchar a los médicos de Adriana, el Dr. Córdoba y la Dra. Saura. Ellos nos plantearon que el embarazo podía seguir y que el tratamiento lo empezaríamos tan pronto el bebé tuviera el tamaño preciso. Al escucharles, Dios me mostraba claramente lo que yo necesitaba escuchar, y creo que fue el momento de mi vida en que más gratitud he sentido hacia Dios”, dice César.
EL FUTURO
Adriana está ahora de nuevo con una quimio específica para su tipo de cáncer genético, un BRCA1. "Es cierto que no he podido disfrutar de mi embarazo cien por cien, porque vives al día, una cosa tras otra, sin caer en la cuenta de dónde estaba metida", reconoce.
Adriana está ahora de nuevo con una quimio específica para su tipo de cáncer genético, un BRCA1. "Es cierto que no he podido disfrutar de mi embarazo cien por cien, porque vives al día, una cosa tras otra, sin caer en la cuenta de dónde estaba metida", reconoce.