Las caricias nos gustan a todos pero su función es otra.
A todos nos gustan que nos acaricien pero ¿realmente sabemos por qué?
El impulso de acariciar podría haber evolucionado a partir de la necesidad de mantener la piel y el cabello libre de parásitos.
La existencia de detectores de placer en el cuero cabelludo ha sido largamente debatido, pero ahora los investigadores finalmente han encontrado una fuerte evidencia de su existencia – en ratones de laboratorio por lo menos.
El estudio, llevado a cabo por David Anderson y sus colegas del Instituto de Tecnología de California en Pasadena, ha demostrado que la piel peluda en las patas traseras de los ratones contiene terminaciones nerviosas sensoriales que responden a la abrasión, pero no para el dolor.
El estudio, publicado en la revista Nature, muestra que ciertos tipos de neuronas o células nerviosas en las patas traseras de los ratones se activaban cuando les acariciaban.A diferencia del dolor de detección de las neuronas, estas células no están cubiertas por una funda de protección grasa, que hace que los impulsos nerviosos en el cerebro sean transmitidas a velocidad más lenta de lo normal.
El nuevo tipo de células nerviosas llamadas fibras C, sólo parecen existir en la piel peluda. Sin embargo, no se ha demostrado todavía que sólo algunas de las fibras C en los seres humanos están dedicadas a la detección del placer.
Alejandro Miralles