Vivimos como personas heridas en un mundo herido. La pena se adentra,
incluso cuando las lágrimas ya no fluyen. Las cicatrices permanecen
como recordatorios afilados de las heridas del pasado y las llagas
cuando no se atienden, pueden llevarnos a herir a otros.
Isaías canta de Dios como una madre que se mantiene cerca,
consolándonos y alimentándonos de su pecho, una imagen de la más
profunda intimidad y gracia (ver más abajo el canto completo).
Atendidas en el amor de Dios, nuestras heridas pueden convertirse en la tierna gracia que trae la curación para otros.
- Tómate el tiempo hoy… para disfrutar del consuelo del amor de Dios para ti.
- Enciende una luz… recibe el abrazo amoroso de Dios. Ora por los que sufren. Oremos por todos los que hoy estarán cerca de sus hijos cerca.
- Haz tiempo hoy…
para cantar una canción de consuelo, profundamente y en silencio en tu
corazón. Una oración, una palabra, una presencia silenciosa, un toque.
y sería bueno saber donde estás cantando tu canto de consuelo hoy
Fuente: Revista Odisea
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