En Sydney y en otros muchos lugares del Pacífico ya han
escuchado las doce campanadas que despiden el año 2010.
O habrán realizado el ritual correspondiente para dar la bienvenida
al nuevo año. O ni siquiera habrá acabado el año para ellos a pesar
de estar en parecidas coordenadas. Pero en Sydney ya es 2011, y la tradición manda que cada año sea recibido mediante un
espectacular castillo de fuegos artificiales.
Estos fuegos fácilmente habrán atraido hasta el puerto de la ciudad a más de medio millón de personas que habrán podido ver iluminados de fiesta edificios emblemáticos como la Casa de la Opera y el Puente Metálico. Como no podía ser de otro modo, esta tradición de la fiesta de fin de año se ha convertido en un reclamo turístico de primer orden, y muchos viajeros eligen Sidney para celebrar el cambio de año.
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