por: Trilce Hernandez
El sexo es una realidad humana que
diariamente experimentan todas las personas que forman parte de una
sociedad. Las revistas, películas, vallas publicitarias, novelas, el
internet, los libros, los dibujos animados, los videos musicales y las
conversaciones de preadolescentes
y adultos están llenas de sexo. Lo quieras o no, tus hijos están
expuestos a los mismos mensajes que tú y es normal que en algún momento
generen curiosidad y dudas que buscarán resolver.
Aunque es normal que te cueste trabajo aceptar que tus hijos comiencen a pensar y hablar sobre sexo (qué no podremos decir de tenerlo) la realidad es que es parte normal del desarrollo humano y que a menos que tú hables claramente con ellos al respecto, puede que terminen recibiendo información errónea o manipulada de otros medios.
Lo prohibido es lo que más nos llama
La manera como educas a tus hijos es algo muy personal, que irá de la mano de los valores que recibiste en tu propia casa, tus creencias religiosas, tu experiencia de vida, etc. Como madre estarás en constante búsqueda por ofrecer a tus hijos las mejores opciones y evitar al máximo que cometan errores. Aunque no puedes evitar que tus hijos experimenten su sexualidad, sí puedes proveerles con herramientas para que lo hagan de manera saludable, inteligente y precavida.
Prohibirles a tus hijos siquiera mencionar la palabra sexo, tratarlos de aislar de la realidad o intentar convencerlos de que se trata de un acto sucio o de poca moral puede resultar contraproducente. Recuerda que no hay nada que atraiga más que lo prohibido. Nadie dice que apruebes cualquier tipo de conducta por parte de tus hijos en lo que a sexo se refiere, pero si lo presentas como algo prohibido estarás aumentando su curiosidad.
Piensa en ti
Recuerda cuando tú eras más joven, seguramente tenías muchas dudas sobre tu cuerpo, la sexualidad, el amor, las relaciones de pareja y es muy probable que te haya tocado resolver muchas de esas dudas a través de tu propia experiencia porque no tuviste quien te hablara al respecto. Si bien es cierto que la gran mayoría de las escuelas públicas en Estados Unidos y un gran grupo de las privadas cuentan con clases de educación sexual, el ambiente de un salón de clases nunca será comparable con una conversación íntima contigo.
Aunque es normal que te cueste trabajo aceptar que tus hijos comiencen a pensar y hablar sobre sexo (qué no podremos decir de tenerlo) la realidad es que es parte normal del desarrollo humano y que a menos que tú hables claramente con ellos al respecto, puede que terminen recibiendo información errónea o manipulada de otros medios.
Lo prohibido es lo que más nos llama
La manera como educas a tus hijos es algo muy personal, que irá de la mano de los valores que recibiste en tu propia casa, tus creencias religiosas, tu experiencia de vida, etc. Como madre estarás en constante búsqueda por ofrecer a tus hijos las mejores opciones y evitar al máximo que cometan errores. Aunque no puedes evitar que tus hijos experimenten su sexualidad, sí puedes proveerles con herramientas para que lo hagan de manera saludable, inteligente y precavida.
Prohibirles a tus hijos siquiera mencionar la palabra sexo, tratarlos de aislar de la realidad o intentar convencerlos de que se trata de un acto sucio o de poca moral puede resultar contraproducente. Recuerda que no hay nada que atraiga más que lo prohibido. Nadie dice que apruebes cualquier tipo de conducta por parte de tus hijos en lo que a sexo se refiere, pero si lo presentas como algo prohibido estarás aumentando su curiosidad.
Piensa en ti
Recuerda cuando tú eras más joven, seguramente tenías muchas dudas sobre tu cuerpo, la sexualidad, el amor, las relaciones de pareja y es muy probable que te haya tocado resolver muchas de esas dudas a través de tu propia experiencia porque no tuviste quien te hablara al respecto. Si bien es cierto que la gran mayoría de las escuelas públicas en Estados Unidos y un gran grupo de las privadas cuentan con clases de educación sexual, el ambiente de un salón de clases nunca será comparable con una conversación íntima contigo.
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